
A veces sucede que sentimos que las cargas del día, del mes, de la vida misma nos abruman. En ocasiones creemos que en realidad alguien obró algo contra nosotros. A veces pensamos que en este mundo de más de seis mil millones de habitantes, estamos solos. Sin embargo, aún nos queda alguien…
En este blog solemos incluir temas y consejos de salud física, sin embargo hoy me reencontré con este poema, esta oración; un escrito bastante representativo de la salud espiritual.
Cuando estoy triste y me siento solo.
Cuando me pierdo en el vacío.
Y arrastro mi pesar.
Cuando me hago el fuerte,
pero me reconozco débil.
Cuando se me inunda la mirada.
y ni siquiera sé que busco,
mucho menos si lo voy a encontrar.
Cuando estoy cansado
y harto de todo esto.
Cuando ya no puedo más seguir.
Entonces te busco a ti.
Entonces me acuerdo.
Y te llamo.
Y aunque crea que no me oyes,
y aunque piense que te has ido,
la verdad es que estás aquí.
Siempre lo has estado.
Aún cuando yo me olvide de ti.
Y es entonces cuando aprecio
la grandeza de tu Amor.
Y como el hijo pródigo, ingrato
pero arrepentido,
te comienzo a hablar.
Y Tú oyes mis palabras
que entre sollozos se tornan en oración.
Y estás ahí.
Y me llamas,
sabes mi nombre, conoces mi dolor.
Me llamas ya sea que lo entienda o no,
Tan claro. Tan directo.
Y aún cuando a veces no me guste tu consejo,
tu decisión lleva en sí
una sabiduría que aún no comprendo.
Y tu presencia es rayo de luz
que desde el cielo me alcanza.
Y poco a poco,
la oscuridad se disipa,
la esperanza regresa,
renace la calma.
Y puedo verte.
No con la mirada de siempre,
sino con los ojos de mi alma.
Y te presiento.
Y atestiguo que aún el sinsentido
a tu lado se convierte en razón.
Y lo informe se transforma en bello.
Y lo sórdido se vuelve sereno.
Y te vivo.
Y te siento.
Te recuerdo.
No en la letra muerta de la historia.
Ni en el libro sagrado que me habla de ti.
Te recuerdo,
en la cálida sensación de tu presencia.
Porque hasta un ciego vería
que Tú obras portentos en mi vida.
Y entonces me sumo a la lista.
Bartimeo, Lázaro, Pedro, Miriam de Magdal.
Me sumo a la lista.
Y te agradezco el milagro.
Y te agradezco el Amor.
Mitchelle Da Angeli